Vamos por partes. En su momento Angelito fue importante para la Selección, rindió mucho y en gran nivel. Definió los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 con un golazo que tiene su sello ante Nigeria, fue clave en la brillante eliminatoria de Sabella para el mundial 2014, convirtió un gol muy valioso ante Suiza en los octavos de final de Brasil, todo venia viento en popa, hasta que apareció su karma, las lesiones. Se desgarró en los cuartos de final frente a Bélgica y quedó out del mundial. Un año después le pasó lo mismo en la final de la Copa América de Chile 2015, se lesionó en la final contra los locales de Sampaoli, y fue reemplazado por Lavezzi a los 30 del primer tiempo, con Tata Martino de entrenador. Doce meses más tarde se volvió a lesionar en la Copa América 2016 de EEUU, otra vez afuera de la final. Otra vez segundos con Martino, Messi, Mascherano, Aguero y compañía.

A pesar de todo, siguió. En Rusia 2018 nos regaló un golazo con Francia para meternos en partido y nada más. Siguió siendo convocado. Arrancó la Copa América de Brasil 2019 de titular en el debut con Colombia, pero en el entretiempo Scaloni lo tuvo que sacar porque literalmente le quemaba la pelota. Entiendo al DT, es un ciclo cumplido, hay variantes para el puesto, Acuña, Ocampos, Macallister y Lo Celso, por ejemplo. Es cierto que sus números en Francia esta temporada son asombrosos, en 37 partidos metió 11 goles y brindó 21 asistencias, volvió a salir campeón y está disputando la Champions, situación que no para mí no cambia su realidad en la Selección Nacional, como Mascherano, Romero, Biglia, Higuaín, y en poco tiempo Aguero, ángel Di María deberá entender que su ciclo en la Selección se cumplió.