Biaggio, Almiron, Pizzi y el marketing.
- 31 de octubre de 2019

El Pampa fue el mejor lejos de los tres últimos entrenadores del ciclón, pero como no tenía prensa ni marketing, no le reforzaron y lo des trataron para obligarlo a renunciar. Las apuestas de moda los llevaron al infierno de ayer.
Claudio Biaggio te clasificó a la Libertadores 2019 jugando con los pibes del club: Senessi, Moyano, Barrios, Gaich, Herrera y Ferrari. Recuperó a Coloccini (condenado a la tercera por Diego Aguirre), y potenció a otros como Paulo Díaz, Paris da Mota y Ceruti, que fueron muy bien vendidos por el club en millones de dólares. Peleó la Sudamericana y Copa Argentina del 2018 hasta cuartos de final, no solamente no le reforzaron el equipo, sino que le vendieron la columna vertebral horas antes de comenzar la Superliga que ganó Racing. Su vínculo era Bernardo Romeo, no el presidente, que se guardaba para los DT de jerarquía. El Pampa solo pedía al Morro Garcia y algún delantero más para su segundo año, no les hubiese ido tan mal si le hacían caso....
Llegó Jorge Almiron a finales de 2018, empeoró el juego y los resultados de su antecesor. En el libro de pases hizó un desastre con sus jugadores de Nacional de Medellín, con futbolistas como Torres y Rentería sobre todo. Exigió la llegada de Monetti, echó a Navarro, e invirtió fortunas en Peruzi y Fertoli. No cayó bien en el plantel, estuvo 10 partidos sin ganar, nunca le dio un estilo al equipo y comprometió el promedio. Se tuvo que ir antes del año de gestión a pesar de haber clasificado a los octavos de final de la Libertadores. Su pasó por San Lorenzo fue un verdadero fracaso. Afuera.
Ahora si, llegaba la gran oportunidad, otro técnico de jerarquía, Juan Antonio Pizzi, para pelear la copa. Volvió Tinelli, y con él los millones. Con los dólares, los refuerzos de élite como los Romero, Bareiro, Menossi y compañía. Todo esto, mientras Matías Lamens proyectaba su carrera política, sueño grande, Libertadores y Ciudad de Buenos Aires. No consiguió pasar Cerro Porteño en el primer mano a mano. Se pensó en ganar la Superliga, pero la debacle espiritual y futbolística llegó muy rápido, se perdieron 5 de los últimos 6 partidos, incluidos dos clásicos con Boca y Huracán, más dos goleadas de local con los santiagueños, más Defensa y Justicia. Explotó todo, no se salvó nadie, ni jugadores, ni DT, ni dirigentes, inmaculados hasta ayer. Hasta apareció la barra brava para amedrentar a los hinchas genuinos. El fútbol, maravilloso siempre, nos deja otra lección, no siempre el apellido, el famoso y el que tiene marketing, es mejor que el laburante y humilde.
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