El clásico del martes en la Bombonera marcará un antes y un después en la carrera del entrenador de Boca. Es así por las circunstancias y por la aceptación propia de estar ante los 90 minutos más trascendentes de su carrera como entrenador.



Suena injusto que un partido defina 20 años de trabajo de un técnico, más aún que por un resultado en una serie sea tildado por nosotros como exitoso o fracasado, pero tampoco será la primera vez que ocurre, el fútbol es así, y sino pregúntenle a Sabella que estuvo a un minuto de ganarle al Barcelona de Guardiola, y a centímetros de ser campeón del mundo ante Alemania, este último ejemplo cabe para el mismísimo Lionel Messi, que todavía no pudo levantar una copa del mundo, por aquella mala definición ante Neuer en el Maracaná. 
Vuelvo a Alfaro, su sinceridad brutal del viernes, definiendo la revancha con River como el partido más importante de su vida, lo lleva a una situación de todo o nada. Una derrota lamentablemente marcará su fin de ciclo en Boca, ahora o a fin de año, pero no cumplirá su objetivo de la séptima, y se tendrá que ir. Creo que el entrenador paga los platos rotos por Arruabarrena y Guillermo, cuatro mano a manos perdidos contra River en cinco años, si a todo eso le sumas que no tiene historia en el club, y que el juego de Boca no es brillante, su destino estará sellado en caso de no dar vuelta el 0-2 del monumental. Creo de todas formas, que Alfaro es el menos culpable de esta situación, que encabeza la dirigencia, siguen los referentes del plantel, los que están y los que se escaparon como Nandez y Benedetto, Arruabarrena y Guillermo, recién luego de todo eso Alfaro, que en 10 meses tuvo que armar un equipo nuevo, además de transmitirle una identidad ganadora a un equipo cansado de perder con River.
Así es la vida y el fútbol, resultados, sino vean el caso Macri y su economía. Gustavo Alfaro trabajó décadas en el ascenso, peregrinó por Rafaela, Olimpo, Quilmes, fracasó en San Lorenzo, se hizó campeón en  Arsenal, no tuvo éxito en Central, se reinventó en Huracán, para cumplir el sueño de su vida: dirigir a Boca, toda una vida de trabajo que se define el próximo martes.

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