La derrota indigna
  • 01 de diciembre de 2020


Los Pumas se metieron en el corazón de buena parte de los argentinos, lo lograron a fuerza de garra, coraje, huevos, agallas, ir al frente, pero también por cantar el himno y emocionarse, como no la hacían los futbolistas, hoy quedaron en la mira.



A principio de año fue el crimen de Fernando Baez en Villa Gesell. Creí en la teoría del hecho aislado, de los patovicas que se emborrachan, y píerden la cabeza en un boliche, seguí creyendo en que los valores del rugby no eran los de esos asesinos de la costa atlántica. Hoy, el golpe es mortal, porque viene del capitán de los Pumas, y referentes del equipo, los que le marcan el camino a miles de chicos que sueñan con ser puma algún día. Es cierto que son tweets viejos, tan cierto como que hay una cuenta pendiente del actual gobierno con los Pumas, por no apoyar en su momento la causa de las abuelas de plaza de mayo, tan real, como bochornoso e injustificable, es un pensamiento tan retrogrado y xenofobo por parte de cualquier argentino, pero más si representan al país, si visten la celeste y blanca, si tienen el predicamento y marketing que consiguieron los Pumas en las últimas décadas, se trate de la competencia que sea. Duele solo el hecho de pensar que haya argentinos que piensan así en el siglo 21. Si los máximos ídolos del deporte se expresan así, que esperar de los jóvenes que quieren ascender en la escala social del rugby con espejos como esos.
El rugby quedo patas para arriba, justo un tiempo después de un triunfo histórico ante los All Blacks, se dilapidó todo aquello, en gran parte por la falta de sensibilidad para reconocer a Maradona el último sábado, los de "negro" tuvieron más sentimiento que los nuestros. El rugby debe cambiar, tiene respuestas para dar, y las derrotas, a veces las peores, son las que se sufren afuera de la cancha.

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