El ciclo comenzó de la mejor manera en cuanto a los números, 6 puntos en dos partidos, logrando una mejor ubicación en las tablas del fútbol argentino. Sin resultados, no hay futuro. Pero atención que hay otras cosas para rescatar.

El equipo juega mejor. No es una maravilla, pero es una versión más estética que la del conjunto de Miguel, se ve cierta elaboración, más compromiso, mayor actitud, y ya por lo menos no dan ganas de apagar la televisión. Sebastián metió mano en la formación y demostró que no le tiembla el pulso para hacer cambios, si las modificaciones además le salen bien, funcionan, mucho mejor para Boca. Las inclusiones de Sandes, la figura de la cancha, Aaron Molinas, el generador de fútbol, el regreso de Varela, más la presencia de un 9 como Vazquez, limitado pero batallador, son pequeñas victorias de Battaglia DT. Empiezan a construirse sociedades interesantes como la de Ramirez y Molinas. Una victoria trae otra victoria, decía el sabio Carlos Bianchi, es lo que esta consiguiendo el novel entrenador de Boca Juniors. Confianza, la que ganaron en Vicente López, Briasco y Pavón con sus goles. Todo suma, de cara a las batallas finales que se acercan para los xeneizes de acá a fin de año. Platense no es la gran referencia para diagnosticar en que punto se encuentra este Boca, esas citas serán las de Racing el domingo, Patronato en la copa Argentina, y River en el Monumental el 3 de octubre. Mientras tanto, Battaglia suma y sigue, gana, trabaja, transmite la mísstica del club, y se permite soñar, porque no, en su proyecto para el 2022, con los pibes, la identidad boquense,  y un goleador de jerarquía.