Modo D10S
  • 19 de junio de 2021


Leo Messi tuvo una actuación fantástica frente a Uruguay. Encendido desde el principio, gambeteó, remató, y buscó la victoria hasta el minuto 95. Fue un partido maradoniano por un montón de hechos. El centro gol Guido es un desborde de un Diego auténtico.



Argentina jugó un muy buen partido ante Uruguay, concretando el triunfo más importante de la era Scaloni, necesario, justo, y merecido, por lo que venía generando en los partidos anteriores, pero que no podía, por distintos motivos, cristalizar en tres puntos. Vimos un equipo compacto, solido, con muy buen juego en los primeros 30´minutos del partido, con valores en un nivel muy alto, caso Nico González, Cuti Romero, Dibu Martínez, Otamendi, Acuña y Guido Rodríguez. Argentina debe ser más eficaz, aprovechar sus mejores momentos de cada partido para marcar más de un gol, pero Lautaro no está fino, y es un problema. Pero fue Messi el que se robó todos los flashes, por su juego y por su lucha, por talento e intensidad. Por intentar siempre, porque literalmente los charrúas no se la podían quitar, no se la pudieron sacar en toda la noche. Leo, que es Maradona sin mundial, jugó un partido maradoniano, o inmessionante, como definió Sabella alguna vez, porque como explicó alguna vez Checho Batista son iguales en cuanto a futbolista se refiere, con diferente carácter, pero con la misma calidad para jugar al fútbol.
Lo de Messi fue emocionante por su despliegue los 90´, cuidando la pelota, llevándola al banderín del córner, poniendo la colita para aguantar la pelota, por correr todo el partido gambeteando casi a 3 millones de uruguayos. Leo la rompió, bienvenido sea. Se lo ve cómodo, mejor todavía. Está feliz, que lo disfrute, porque le costó conseguirlo. Todo el mérito es suyo. A partir de él, todo un país vuelve a creer.

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