Leo Messi tuvo su noche soñada, hat trick en la Argentina, público en el Monumental, fiesta de campeones con la copa ganada en Brasil, por eso sus lágrimas, por eso su emoción, fueron 16 años de lucha que por fin tuvieron su premio.

ángel Di María lo declaró hace unos días, "me hubiese sentido incompleto si me retiraba sin ser campeón con la Selección Argentina", sin dudas a Messi le pasaba lo mismo. Loco, si, pero real. El mejor jugador del mundo, con 6 balones de oro ganados, futbolista récord, no tenía la felicidad plena, no era cien por ciento feliz, tenía que convivir con la mochila de no ser rey en su tierra, en la que él ama desde su Rosario natal, de no tener un reconocimiento completo, y vivir a la sombra de las conquistas épicas de Diego Armando Maradona. Tuvo que sobrellevar momentos feos, duros, tristes, difíciles, injustos, pero siguió dando batalla, no tiró la toalla, aunque más de una vez pensó en hacerlo, esa fue su mejor virtud, tener paciencia, saber esperar, porque jugando siempre fue un crack. Lionel Messi nos dio un ejemplo, nunca hay que bajar los brazos, siempre hay que seguir luchando por los sueños, le costó años de sufrimientos, llantos, desencuentros, renuncias y conflictos, pero finalmente, con nuevos compañeros que llegaron para redimirlo, más un entrenador sin experiencia que supo contenerlo y rodearlo bien, tocó el cielo con las manos, la gloria al fin tocó su puerta, también con la celeste y blanca.