Roman, el puto amo.
  • 18 de septiembre de 2019


No se comprometió con ningún candidato político del club, se apropió de la fecha del hincha de Boca, el 12 de diciembre. No invitó a Maradona, pero si a Messi. Convocó a Guillermo y a Palermo, pero no a Tevez, Riquelme demostró que es el rey de la Boca.



Los hombres, son los hombres y sus circunstancias. Urgido por darle prensa a su partido despedida, Juan Roman hizo un raid mediático inédito en su carrera, habló con todos. La necesidad tiene cara de ereje. Riquelme tiene ganado el derecho a realizar su partido despedida, lo único que hace un poco de ruido es el día elegido, habitualmente el hincha de Boca tiene acceso gratuito a la bombonera el 12/12, esta vez tendrá que pagar para ver al número 10, a Bianchi, y a sus compañeros de las tres libertadores que conquistó. 
Riquelme se mandó también una ramoneada, “yo no jugué en el Bernabéu, yo no perdí, le gané a River y después al Madrid”, recordando las hazañas del año 2000, me hizo acordar a Ramón Díaz y su famoso “yo no descendí” en la cancha de Boca. Son los lujos que se pueden dar los número 1, Roman se sabe en el pedestal, en el cielo boquense, en los más alto del podio de los ídolos, por encima de Maradona, Tevez y compañía, sólo comparable con Bianchi, Palermo y Rojitas. Desde allí actúa, su partido despedida es una gran fiesta, que despierta y genera emociones fuertes, como así también es un espectacular negocio para las partes involucradas, cosa que repito, Riquelme obtuvo por derecho propio. 
Lo mejor del ídolo, es que demostró que volvió a hacer las cosas como se le da la gana, sin transar con ninguna figura política de turno del club, y está muy bien que así lo haya hecho, porque Riquelme no le pertenece a nadie en particular, sino a toda la familia boquense.

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