Sufrimos con Messi cuando juega en la Selección Argentina. Lo cortez no quita lo valiente. Lionel Messi es un extraterrestre jugando para el Barcelona, muchas veces es uno más con la celeste y blanca.



Que el pueblo messista predique que hay que disfrutar a Leo Messi cada vez que se presenta en el Camp Nou es como pedirle a nuestros hijos que disfruten una milanesa con papas fritas. Es tan obvio, que no hace falta. Todos los que amamos el fútbol, cada uno a su manera, sentimos placer al ver cada exhibición de Leo en versión catalana. Es maravilloso, extraordinario, inmessionante, en el decir de Sabella. Ya no hay adjetivos posibles, Messi los agotó, cinco balones de oro, 600 goles, 4 Champions para 5, botas de oro, récords, la esencia de todo lo bueno. La cuestión, ya analizada hasta el hartazgo, es que cuando ese Messi inhumano se traslada a la Argentina se convierte en el más humano de todos. Sufre, se pone nervioso, se enoja, falla penales, mira para abajo, y un montón de cosas más. 
Los motivos que encontraron los fanaticos de Messi para explicar ese cambio fue que en Argentina no tenía ni a Dani Alves, ni a Xavi, ni a Iniesta, ni a Guardiola. Precioso argumento, que les esfumó el tiempo, la medida de todas las verdades. Todos ellos se fueron uno a uno, pero Messi se quedó. Y el Barcelona continuó ganando, y Messi siguió brillando y goleando. Situación que deja claro que el milagro del Barcelona es justamente Leo Messi, por encima del resto. El es el puto amo del Barsa. Cosa que no puede ser en Argentina, y que a él le duele más que a nadie. El fundamento que encontraron los messistas luego de Rusia 2018 fue que Leo no siente ser capitán ni líder, solo puede ser una solución dentro de la cancha si el entorno lo acompaña. Otra vez el Messi del Barcelona los dejó en off side. Frente al Liverpool arengó, declaró, peleó, jugó, lideró, hizo absolutamente todo. Creo que la razón es mucho más simple, Messi en Barcelona es feliz, entonces allí todo le sale. Por motivos que todos sospechamos, pero que sólo él sabe, en Argentina, salvo en pequeños momentos no ha logrado ser feliz. Entonces, todo se pone cuesta arriba. La bendita felicidad, la puta felicidad es lo que nos hace brillar, en casa o en la cancha.

COMENTARIOS

No han dejado comentarios

Escriba su comentario

Nombre (*)
Email (*) (no será publicado)
Mensaje (*)



Código de Validación
(*) Datos obligatorios